Por la Lic. Graciela Wajner de Porcelli Plussi
Los miedos y las fobias representan una forma de malestar psíquico en el niño.
¿A qué llamamos miedos?
Es un efecto penoso que se produce en presencia de un objeto de existencia real y que el niño correcta o erróneamente considera peligroso.
El miedo a algo real se considera una puesta en marcha de mecanismos de conservación de la persona, por lo tanto es saludable que exista. La ausencia absoluta de miedos entre los dos y cinco años tiene un significado patológico pues indica que el niño se expone a la vida con sus peligros sin protección de ninguna especie, lo cual nos hace suponer que existe algún problema específico.
Este mecanismo natural de protección se establece particularmente frente a lo desconocido.
Los miedos arcaicos
Son normales y aparecen en todo niño en su evolución.
Comienzan al séptimo y octavo mes con el miedo a los extraños. Esto indica que el niño no posee aún la posibilidad de dominar la angustia vinculada a impresiones desconocidas. Su aprehensión del mundo exterior es imperfecta, está dominada por fenómenos de generalización, de acercamiento, de transformación que irán desapareciendo con la puesta en marcha de un pensamiento más racional y lógico.
Esta inmadurez del aparato psíquico produce en los primeros años: miedo a la oscuridad, a la soledad, al trueno, a los extraños... que irán desapareciendo a los cinco años.
Según la respuesta a los miedos arcaicos que encuentre el niño en su entorno familia, éstos cederán paulatinamente o quedarán incorporados como un aspecto de su personalidad.
El miedo arcaico permanece como nocivo cuando alguno de los padres posee una estructura de personalidad que avala y sostiene activa o pasivamente (con sus propios miedos) la reacción del niño.
La actitud del adulto es paralela a la del pequeño.
También resulta perjudicial que el adulto presione o fuerce al niño a enfrentar el objetivo temido "para que se le pase"( por ejemplo introducirlo al agua abruptamente).
¿A qué llamamos fobia?
Cuando el miedo se produce sistemáticamente en presencia de un objeto o de una situación más o menos precisa. Además hay un componente de angustia e inihibición que no se encuentra habitualmente en los miedos.
Es una reacción desmedida de miedo ante un objeto preciso o una situación específica, por ejemplo: presencia de un perro, aunque objetivamente sea inofensivo.
La fobia es el resultado de la puesta en marcha de mecanismos de desplazamiento, proyección y focalización de la angustia hacia el exterior.
Posibles manifestaciones fóbicas : banales o neuróticas
Naturaleza de los objetos o situaciones
-Animales: ratones, arañas, serpientes, perro, lobo, etc.
-Elementos naturales: agua, viento, truenos, relámpagos, fuego, etc.
-Paisaje urbano: ascensor, grúa, coche, camión.
-Personajes: figuras desconocidas, "barbudos", hombre de la bolsa, médico, dentista, enfermero.
-Personajes míticos: monstruo, fantasma, ogro.
-Situaciones: soledad, oscuridad, un determinado lugar de la casa, el pasillo, las alturas, el vacío.
-Enfermedades: miedo al contagio, a la suciedad, a los microbios.
-Escuela: no pueden entrar ni permanecer en ella.
Las fobias banales no son invasoras , no dificultan la actividad del niño, desaparecen rápidamente.
La fobia neurótica es permanente, no cede e interfiere en las actividades normales del niño.
¿Cuándo la maestra debe advertir a los padres?
- Cuando el niño no toma ninguna precaución frente a posibles peligros. Ejemplo: cruzar la calle sin atender las indicaciones de la docente, subirse a juegos riesgosos sin límite.
- Cuando se produce una reacción de pánico descontrolado ante un mismo estímulo. Por ejemplo: cercanía de un perro o quedarse solo.
Sugerencia a los padres:
- Ser comprensivos y tranquilizadores, no angustiarse a la par del niño.
- No amenazar al niño con enfrentarlo al objeto o situación que produce miedo. Jamás arrrojarlo a enfrentar el conflicto cuando el pequeño se angustia.
Más consejos:
(Extraído de
http://www.psicodiagnosis.es/areageneral/losmiedosinfantiles/index.php)
-Una forma muy eficaz de actuar es mediante el modelado. Uno de los padres puede efectuar la conducta temida (por ejemplo estar en la habitación a oscuras) para enseñar al niño que no sucede nada. No obstante, el modelado es más eficaz cuando el modelo es de la misma edad del niño.
-Evitar siempre ridiculizar al niño por sus miedos, en especial, delante de sus compañeros. No reírse de él, no castigar ni sermonear. La atención debe estar dirigida a las posibles soluciones no a las consecuencias punitivas.
-Evitar el visionado de películas, juegos o actividades que comporten violencia, miedo o terror. Procurar que las personas de su entorno no lancen mensajes amenazadores (si no comes llamaré a....; si no te portas bien se lo diré a.....). No se trata de aislar o sobreproteger al niño. Hasta cierto punto el niño debe ir integrando las diferentes emociones y el miedo forma parte natural de nuestra vida desde el inicio. No obstante, siempre será de gran ayuda que estas emociones estén reguladas por el consejo y el acompañamiento de los padres.
-Puede resultar también útil, según el caso, la introducción de alguna técnica de relajación.
- Cuando los miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, podemos encontrarnos con trastornos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo “normal” sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado (fobias específicas, trastornos de ansiedad u otros). Ante cualquier duda consulte con un profesional de la salud.
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