El niño de 6 a 7años está culminado un proceso evolutivo con profundos cambios físicos y psicológicos que dan origen a cambios en su comportamiento .
El paso a la escuela primaria es de gran trascendencia y muy movilizador. Al entrar en contacto con un nuevo mundo social se intensifica aún más la relación con la realidad. Es así como el niño empieza a desprenderse de su "mundo de fantasía".
Todos los cambios que está experimentando le producen inseguridad y para combatirla y tratar de afirmar su personalidad, presenta conductas de obstinación que lo enfrentan a sus padres.
Puede también llegar a verse sobreexigido, sintiéndose frustrado cuando no logra cumplir con todo lo que los mayores esperan de él.
El rol de los padres en esta etapa es fundamental, puesto que se establecen interacciones importantes para la afirmación de su autoestima. Con frecuencia le piden que se comporte como "un niño grande" precisamente cuando se siente chico y asustado. Otras veces, cuando quiere actuar con independencia, se le recuerda que es chico; lo cual aumenta su confusión. La mejor forma de ayudarlo a pasar esta etapa de transición es darle cariño, destacando sus logros y capacidades, por sobre sus fracasos y limitaciones.
➽Desarrollo y cambios físicos:
Físicamente, el niño sigue creciendo y aumentando en peso y volumen de forma gradual. Algunos pierden definitivamente las redondeces de la primera infancia al estirarse y adelgazar.
Su desarrollo muscular y óseo les capacita para desempeñar infinidad de movimientos con un buen grado de coordinación, agilidad y precisión. Su gran destreza manual y su necesidad insaciable de experimentar le pueden llevar, por ejemplo, a desarmar juguetes para verlos por dentro. Corregir al niño en este afán investigador es contraproducente.
➽Su resistencia física es admirable: parece que no se cansan nunca cuando están realizando actividades de su agrado. A estas edades suelen ser muy activos e imprudentes, porque el niño, confiado en sus capacidades, tiene la seguridad de que a él no le va a ocurrir nada. Dada su incesante actividad, es un buen momento para iniciarles en la práctica sistemática de algún deporte. También podemos utilizar esta predisposición natural para afianzar la lateralidad. Ejercicios físicos que favorecen su definición son: natación, ciclismo, patinaje, tenis, ping-pong, baloncesto…
➽La madurez cerebral: cabe considerar los 6 años como una frontera a partir de la cual una determinada dificultad debe recibir una consideración diferente. La incapacidad para controlar la orina por la noche, las dificultades en la lecto-escritura o la incorrecta pronunciación, deben valorarse de manera más detallada, dado que el cerebro ya ha alcanzado, en lo fundamental, su grado de desarrollo.
➽Desarrollo de la inteligencia: Siempre se ha considerado que el niño a partir de los 6 años empieza una nueva fase de la vida porque “empieza a razonar”. Los estudios científicos avalan el inicio de un cambio intelectual, que durará hasta los 11-12 años, y que Piaget denominó “periodo de las operaciones concretas”. En los años previos, el razonamiento del niño era más intuitivo, y presentaba un carácter cambiante y subjetivo. A partir de ahora, va aplicando las leyes lógicas a lo concreto.
➽Su lenguaje es ya muy desarrollado: tienden a hacer preguntas de forma incesante. En diálogo padre-hijo es fundamental para favorecer el desarrollo de su capacidad de reflexión. Sus preguntas deben ser contestadas y debemos razonar lo que decimos. De lo contrario, se dará cuenta de nuestra falta de juicio (o de nuestra injusticia, si se da el caso de que nuestra respuesta ha sido injusta) y podemos perder la confianza que tiene puesta en nosotros. Le encantará que le prestemos atención a todo lo que espontáneamente nos cuenta y, a su vez, puede generar rechazo el afán paterno de estar continuamente informado: “¿Qué has hecho?¿A qué has jugado? ¿Qué has comido?”. Una pauta general aconsejable es estar disponible para hablar cuando él quiera hacerlo. Las preguntas generales y abiertas resultan más eficaces para el diálogo que las reiterativas. Pero tendremos que tener la delicadeza suficiente para respetar sus secretos y su deseo de intimidad.
➽Su capacidad de concentración todavía es pequeña: debido a su inconstancia. Por ello, para que no rechace el estudio, éste debe suspenderse en la fase del precansancio. Los deberes para realizar en casa deben ser algo ligero y placentero. Lo realmente importante a esta edad es iniciar un sistema de trabajo con el fin de crear hábitos, pero no podemos someterle a exigencias que puedan predisponerle negativamente para futuros estudios. En esta línea, deberemos seguir presentando el estudio como un juego, porque todavía el niño no distingue totalmente lo uno de lo otro. Hay que evitar comentarios que puedan resultar negativos, incluso de soslayo: hablar mal del profesor o del colegio, o comentar que este año tiene que estudiar mucho porque Primaria es muy difícil. Tampoco son buenos los comentarios de aspecto positivo que minusvaloran la actividad educativa (el consabido, “¡qué bien que mañana no hay cole!”, de los viernes). Cosa bien distinta será que el niño, junto con su padre/madre riegue un tiesto o plante una lenteja, si en el colegio han trabajado ese tema. De esta manera damos una continuidad a su aprendizaje sin generar “islotes”. El niño es el primero que quiere unir el mundo escolar con su vida familiar: disfruta enseñando en casa los trabajos que realiza, le gusta que padres y tutores hablen, etc. Uno de los objetivos importantes que han de lograrse en los dos primeros cursos de Primaria es que el niño adquiera una buena fluidez de lectura, que ésta sea comprensiva y que sienta gusto por practicarla. Es algo tan importante que merece la pena hacer todo lo posible por conseguir que para ellos sea un placer. Leer con papá o con mamá como premio, y siempre cortando antes de llegar a cansarse, es el mejor camino.
➽A los seis años empieza a distinguir el mundo real de la ficción: Es conveniente que le ayudemos a diferenciar estas situaciones.
➽Desarrollo afectivo y social: Decíamos antes que el niño de 6 años es capaz de emitir juicios propios, que no tienen por qué coincidir con los de sus adultos de referencia. Puede comentar: “dices que es bonito este dibujo pero no lo es, porque no está bien coloreado”. Hay que tener en cuenta que empieza a configurarse un triángulo social con tres vértices de influencia: la familia, el colegio y los amigos.
Los amigos adquieren gran importancia y por eso prefieren los juegos de grupo a los individuales. Aceptan las reglas en los juegos pero tienen (sobre todo los chicos) un gran afán por competir: juegan para ganar, por el puro placer de la victoria. Desde este punto de vista, el juego va a cumplir una importante función de superación de retos, autocontrol y aceptación de uno mismo. También los padres podemos ayudarles mediante el juego a que controlen sus emociones.
➽Son tremendamente inestables: porque su seguridad personal no está afianzada. Su conducta puede parecer bipolar: pasan de la risa al llanto, de la mansedumbre a una explosión violenta, del amor al desdén, pero no son capaces de decidirse por ninguna opción en concreto. Reaccionan bruscamente si se sienten frustrados o impotentes ante algo. Casi todo es desproporcionado en sus reacciones: corre, entra, sale, pega a su hermano, lo colma de besos… No son capaces de modular sus reacciones ni dominar sus impulsos. Esta dificultad en el manejo de ideas opuestas es propia de la edad, y la irá superando con su progresiva madurez y nuestro cariño permanente. Podremos ayudarle explicándole los pros y contras de cada opción, o sugiriéndole –sin imponerle, salvo que se trate de alguna cuestión esencial- la más adecuada. Podremos decirle: “Yo, en tu caso, escogería…”
➽Las vivencias en el colegio condicionan su afectividad: Los resultados de los trabajos, la relación con los amigos y con el profesor, le afectarán mucho para bien o para mal. Esta sensibilidad extrema tiene aspectos positivos y puede dar muestras de gran corazón, pero también puede llevarle al desánimo por pequeñas cosas. Siguen siendo muy dependientes de papá y mamá, aunque en esta etapa la balanza emocional se inclina hacia papá: la niña lo adora y el niño busca camaradería. Conviene que el padre aproveche esta situación para colaborar más activamente en la educación y para prestigiar a la madre.
➽Toma de conciencia de sí mismo: que está experimentando le llevará a pavonearse e influir en los demás. Por esta razón, suele despreciar y abusar de su hermano menor, mientras que por el mayor siente admiración y deseo de confiarse a él. Podemos aprovechar esta predisposición para su formación si el mayor nos sirve de estímulo, al tiempo que tratamos de inculcarle la responsabilidad por el hermano más pequeño. También esta nueva conciencia de sí, le lleva a hacerse respetar; es éste un rasgo positivo, que debemos potenciar y en el que deberemos guiarles, porque no siempre saben cómo hacer valer sus derechos. En ocasiones tratará de monopolizar la atención, y puede presentar una actitud desafiante, no aceptando la autoridad.(1)
Los niños de esta edad inician su etapa escolar enfrentándose a más exigencias, por lo que se deberá facilitar su adaptación hablándole sobre este cambio: dónde irá, con quién, qué hará, etc.
Con frecuencia a esta edad se da una nueva fase de "por qué”, la que debe aprovecharse para favorecer el desarrollo de sus conocimientos. El niño sabe ya conversar con fluidez, y muestra interés por los cuentos clásicos, la naturaleza, los animales, las plantas y todo lo que le rodea. Conoce algunos cuentos de memoria y es capaz de contarlos.
El principal objetivo de esta etapa es el aprendizaje de la lecto-escritura. Ello tomará poco tiempo si el niño está maduro y se cumplen las siguientes condiciones: dominio suficiente del lenguaje hablado, inteligencia en el nivel analítico (que sea capaz, por ejemplo, de aislar y diferenciar formas, componer y descomponer grupos de letras y otras operaciones similares), buena lateralización, buena organización del espacio y del tiempo, visión y audición normales y buena psicomotricidad.
Es importante no forzar al niño a iniciarse en la lectura sólo por el hecho de tener 6 años, sino verificar que el niño tenga la madurez adecuada para ello, revisar las condiciones mencionadas y trabajar la o las que falten, para que más adelante pueda darse dicho aprendizaje sin problemas. Forzar al niño y dramatizar su fracaso en la lectura, sólo provocaría en él un rechazo total hacia todo lo relacionado, viéndose afectado su éxito escolar. El cálculo es el otro aprendizaje clave del período (clasificar, ordenar, aprender las series de números), que requiere las mismas condiciones mencionadas para la lectoescritura.(3)
Padres Liceo Sorolla B
Psicología Infantil
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