7 ago 2018

Curiosidades de la vida de José de San Martín


La siguiente recopilación de anécdotas y otros  textos, con aspectos no tan conocidos del General  José de San Martín pueden ser disparadores de algún recorte para trabajar en el aula o para representar en el acto del 17 de agosto.

 San Martín niño

José Francisco de San Martín nació en Yapeyú en 1778. Como era habitual en esa época, Gregoria, su madre, contó con ayuda de un ama para la crianza de sus hijos. Juana Cristaldo fue la india que se encargó de atender con celo y diligencia a José Francisco, de acompañarlo en el descubrimiento del mundo y de sacudirle la tierra colorada que se prendía a la ropa del niño cuando se caía.
Seguramente, sus oídos estaban acostumbrados a los sonidos de la selva, al oleaje del río, a los tacones de los milicianos durante los cambios de guardia.

Mitre planteaba que:
“[…] Sus compañeros de infancia fueron los pequeños indios y mestizos a cuyo lado empezó a descifrar el alfabeto en la escuela democrática del pueblo de Yapeyú […]”
Mitre, Bartolomé. Historia de San Martín y la emancipación americana. Buenos Aires: Anaconda, 1950, p. 59.

La imagen pertenece a la exposición: "San Martín, la reconstrucción y el enigma de su rostro" del artista @ramiroghigliazza que se puede visitar en forma libre y gratuita hasta mediados de abril 2023 en el Museo Histórico del Cabildo y la Revolución de Mayo

Por su parte,  Ricardo Rojas, en, “El Santo de la Espada”, dice: “Sobre la costa argentina del rio Uruguay, una mujer está a la sombra de árboles añosos, contemplando el agua serena corriente, mientras la luz del atardecer va declinando sobre el paisaje; esa mujer, todavía joven, tiene en su regazo a un hijo pequeño, que a ratos descabalga de las rodillas maternas para jugar en la floresta nativa. La madre es española, pero el niño es criollo, nacido en aquel mismo lugar de las indias, con la tez bronceada por el sol de américa, los ojos muy negros, los cabellos negros. Y aquella mujer contempla en sueños al vástago indiano, entre el boscaje natal que lo circunda, y torna a mirar el rio que corre majestuosamente, sin sospechar ella el tremendo porvenir del varón que su vientre ha dado al mundo”.
Como esos autores, debemos pensar que Gregoria Matorras de San Martín, muchas veces debió llegar hasta el río cercano con ese hijo en brazos, y como toda madre, seguramente deseó para él, un venturoso porvenir, aunque sin imaginar, el tremendo porvenir que lo aguardaba. Una antigua y siempre vigente tradición oral afirma que el niño José, tal como lo llamaban sus padres, y como él mismo firmaría siempre, omitiendo su segundo nombre, jugaba bajo la sombra del varias veces centenario ibapoí, o higuerón, que aún se mantiene en pié, muy cerca del templete.



Cuando contaba con cuatro años de edad, abandonó Yapeyú para establecerse en Buenos Aires. Se trató de un cambio brusco de ambiente y paisaje pero, a pesar de ello, pronto se adaptó a la nueva situación.

En una escuela de la ciudad cursó las primeras letras. Allí, según señala Sarmiento dividía a:
“[…] sus condiscípulos de escuela […] en bandos de guaraníes y portugueses, para hacer guerras infantiles como aquellas reales entre cuyo estrépito había nacido”.
Sarmiento, Domingo Faustino: Vida de San Martín. Buenos Aires, 1964.  

No es de extrañar que los juegos de la época fueran un teatro donde se representaban roles y guiones ligados a combates ya que, tanto en España como en América, los enemigos –moros en otro tiempo, ingleses, indios, portugueses- acechaban a la metrópoli española y a sus colonias. Seguramente José Francisco:
“[…] Oía con frecuencia contar a sus padres las historias de las pasadas guerras de la frontera con los portugueses […]. Su sueño infantil era con frecuencia turbado por las alarmas de los indios salvajes que asolaban las cercanías. […]”

Mitre, Bartolomé: Historia de San Martín y la emancipación americana, Buenos Aires, Anaconda, 1950, p. 59.

Fuentes:
Rescatando Lo Nuestro: Horacio Antúnez.Miembro Asociación Cultural Sanmartiniana. Diario digital Tu Mercedes
http://servicios2.abc.gov.ar/docentes/efemerides/especial_17agosto/htmls/nino/infancia.html



San Martín jugador de 
ajedrez


El Libertador fue un eximio jugador de ajedrez. Así lo narró el general Jerónimo Espejo, partícipe del cruce de los Andes: "El ajedrez, ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era recomendado y aun prescrito por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba bien aventajadamente como lo veíamos cuando la formación del Ejército en Mendoza. Era muy entendido, además, en "El Centinela" y "La campaña", juegos rigurosamente guerreros que estuvieron en gran boga en Europa desde el primer decenio del presente siglo, y muy semejantes en su mecanismo a La Batalla, que don Carlos de Pravia describe en su "Manual de Juegos", dado a luz en París, en 1869. Probablemente aprendió a jugar en el Seminario de nobles de Madrid, o entre sus camaradas en las primeras campañas; pero tampoco sería aventurado creer, que, algunas ocasiones, los ejercitara en la misma Europa, con los encopetados militares que lo distinguieron con su predilección y su confianza. Estos juegos eran su entretenimiento favorito, el ajedrez en especial, con los señores O'Higgins, Arcos, Alvarez Condarco, Necochea y otros jefes, así que terminaban las academias generales."

Fuente:  Instituto Nacional Sanmartiniano 

San Martín y la música

San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".

Fernando Sor
Cabe destacar que éstos compositores de importancia, en general no aceptaban a cualquier alumno, por lo cual, las dotes musicales del Libertador deben haber sido notables.
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma.

Las bandas que acompañaron al general San Martín

El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de negros africanos y criollos argentinos "Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé, que era detestable"

La banda de los negros

En 1810, un rico hacendado de Medoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Rafael Vargas donó al Ejército de los Andes la banda completa, con vestuarios e instrumentos. Los esclavos incorporados ganaban su libertad.

Las bandas del Ejército de los Andes

Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.


El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traidos de Londres y Estados Unidos.

El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.

Fuente:
http://www.mdzol.com/opinion/487764-la-musica-en-la-historia-de-don-jose-de-san-martin/



Ésta es la única fotografía  que existe de José de  San Martín. Se la tomaron en París en 1848, dos años antes de su muerte y cuando la técnica del daguerrotipo estaba en pleno auge.
Su hija  Merceditas tubo que convencerlo para que posara.

San Martín el abuelo. Una anécdota...

Un día, la nieta mayor del General San Martín, Merceditas, entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío.
 San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la que pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: 
- Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. 
La niña dejó de llorar y salió de la habitación. 
Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: 
- Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? 
Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?

Medalla obtenida por el General San Martín por su participación en el triunfo español de Bailén (19 de julio de 1808).



José de San Martín con su hija Mercedes en su casa de Boulogne Sur Mer, Francia.

San Martín carpintero y jardinero

Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.
También practicó jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.
Fuente : “La voz del Gran Jefe”,Felipe Pigna 

EL SAN MARTÍN QUE NO CONOCEMOS.
Texto de Adrián Santos

Su comida preferida era el asado, que casi siempre comía con un sólo cubierto: el cuchillo. Era muy hábil en comer así. Solía morder un pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!
No le gustaba el mate. Pero era un apasionado del café. Y como era muy "pillo", conocedor íntimo del alma del soldado, para no "desairar" a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla.
Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con sólo saborearlo.
Era un empedernido fumador de tabaco negro, que el mismo picaba, para luego prepararse sus cigarros.
Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy difícil ganarle.
Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos o remendando un desgarro de su capote, el cual, abundaba de ellos.
Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de un vez las mandaba a algún zapatero remendón, para que les hagan taco y suela nuevos.
Predicaba con el ejemplo. El mismo enseñaba el manejo de cada una de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Corvo, inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Y jamás, daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir.
Su palabra era santa, y para sus hombres era ley.
Era muy buen pintor de marinas. Él mismo decía que si no se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando cuadros.
Era muy buen guitarrista, habiendo estudiado en España con uno de los mejores maestros de su época.
Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz.
Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la comía de parado.
Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una hora, para luego levantarse y volver al trabajo.
Aquella famosa frase Sanmartiniana que dice: "De lo que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo. Quién los iguale habrá, quién los exceda, no", originalmente era "De lo que mis muchachos son capaces...".
En Campaña, era el último en acostarse, después de cerciorarse que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto de la tropa descansando. Y para cuando empezaba a clarear el sol en el horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba.

El rostro del Gral. San Martín en Realidad Digital. 

El artista gráfico Ramiro Ghigliazza reconstruyó digitalmente el rostro del general José de San Martín desde los 3 hasta los 70 años.
Con un exhaustivo trabajo de investigación, Ramiro Ghigliazza logró humanizar la imagen del prócer reconstruyendo su rostro desde su infancia en Yapeyú hasta su muerte en Boulogne Sur Mer, en el norte de Francia. El artista se basó en los testimonios de sus contemporáneos y en la única fotografía existente del general tomada en el año 1848 en París, cuando tenía 70 años de edad.

Los 18 rostros de San Martín: desde la primera reconstrucción de Ghigliazza, cuando el prócer tenía menos de un año (1778) hasta el mítico daguerrotipo de 1848. (Foto: Leo Vaca)
 

Enlaces relacionados:

Las mujeres en la Epopeya Sanmartiniana

Secuencia Didáctica San Martín y el ejército de los Andes



8 comentarios:

  1. Gracias por escribir y compartir éstos párrafos de la vida del General.

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    1. Bienvenida Edith. Gracias por pasar a leer y dejar tu comentario.

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  2. un heroe sin igual ,
    inabarcable .impecable en todo ..un gran hombre ,grande entre los grandes-

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  3. TREMENDO HOMBRE ,LIDER ESPOSO Y PADRE.NO OLVIDAREMOS DE SU VALENTIA CORAJE VALORES Y ENSEÑANZA COMO PADRE A MUCHOS!!

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  4. Mi héroe máximo!! Lo admiro cada día más. Cuanta falta nos hace un hombre tan noble asi en mi patria Argentina

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