🔷La conquista de la movilidad lo cambia todo
En la escuela infantil, dado que allí no viven los adultos, los riesgos no existen: todo puede estar preparado para calmar incluso a los niños más activos; el espacio tendrá que estar organizado para ofrecerles motivos de interés y no desilusionarlos nunca. Adentrémonos, pues, en las premisas, analizando al mismo tiempo las experiencias realizadas hasta ahora. A menudo oímos decir que la adquisición de la movilidad parece hacer perder al niño la concentración que un poco antes mostraba en el uso de la cesta de los tesoros. Los educadores comentan el fenómeno: dicen que pasa demasiado deprisa de un objeto a otro, que el material de juego disponible normalmente en la escuela solo llama su atención por pocos minutos, que tiene tendencia a tirar al suelo los objetos (un puzzle, por ejemplo). Los educadores declaran, en fin, que no quiere poner las piezas de juego en los agujeros «correctos». ¿Y por qué habría de hacerlo? ( Los juegos didácticos, en efecto, le reclaman una capacidad que aún no ha adquirido.) Si fuese capaz de hablar, podría decirnos: «Estos juegos todavía no me interesan, antes quiero hacer otras cosas.»
Si examinamos crítica mente el material de juego que acostumbramos a ofrecer a un niño en el segundo año de vida, podemos constatar que es muy evidente la diferencia entre lo que le ofrecemos y lo que puede satisfacer su urgente necesidad de explorar un radio más amplio y más autónomo, la nueva necesidad de aprender cómo se comportan los objetos en aquel espacio. Los meses precedentes, sentado al lado de la cesta de los tesoros, el niño tocaba, examinaba los objetos que escogía, se los metía en la boca; podemos imaginar su pensamiento: «¿Qué es esto?» Pero las exploraciones de entonces tenían un límite. Una pelotita rodaba: él sólo podía seguirla con los ojos (no podía moverse para cogerla); si no le era devuelta por el adulto tenía que padecer su frustración (pensaba en el día en que podría ir detrás de la pelota y cogerla). La habilidad para usar las manos - fase de experiencia adquirida con el uso de la cesta de los tesoros- tiene ahora que sumarse a las nuevas posibilidades de movimiento recién adquiridas. Esta nueva conquista le permite ir a buscar siempre nuevos objetos con los que experimentar. Ahora, mientras se mueve para coger un objeto, su pensamiento es: «¿Qué puedo hacer con esto?». Con la adquisición de la movilidad, no se ha perdido, por tanto, la capacidad de concentración. En el segundo año de vida, tal capacidad sólo pue de crecer mediante aquel tipo de descubrimientos que he descrito brevemente. Buscando captar su auténtico valor, he dado el nombre de «juego heurístico» a la nueva actividad educativa que propongo, una actividad que favorece el desarrollo de descubrimientos tímidamente ligados a la racionalidad deductiva. Me viene a la memoria, hablando de esto, la conocida historia de Arquímedes sentado en la bañera cuando se dio cuenta, gritando «¡Eureka!» (lo encontré), del desplazamiento del agua causado por el volumen de su cuerpo: había comprendido el principio físico de la flotación. Es precisamente esto lo que hace un niño pequeño -espontáneamente, sin estar dirigido por los adultos- mientras pueda acceder a materiales «explorables» de verdad, que estimulen su imaginación a la hora de darles cualquier utilidad.
🔷 Cómo organizar el juego heurístico
Para llevar a cabo estas experiencias, el niño necesita una gran variedad de objetos, variedad que conviene renovar siempre, objetos que no pueden encontrarse en los catálogos de las casas de juguetes. Es por esto por lo que en la descripción del JUEGO HEURÍSTICO no hablaré nunca de «juguetes», sino de «objetos» .
¿En qué consiste exactamente el juego Heurístico? ¿En qué difiere de otras actividades que ofrecemos a los niños? ¿Cómo se organiza y qué papel juega en él el adulto? En algunas escuelas infantiles, en Italia y en Inglaterra, se ha observado cómo los niños de estas edades juegan, completamente absortos y ocupados, a llenar y vaciar contenedores de diferente naturaleza, cómo juegan a encajar un objeto dentro de otro, a apilar y a amontonar material, a confrontar y a notar diferencias y semejanzas. No hay nada particularmente nuevo en todo esto, pero no se puede negar que los niños lo hacen generalmente a pesar de nuestra presencia y no porque sea una actividad favorecida por los adultos.
La novedad educativa que propongo radica en el hecho de que somos conscientes de que facilitar este tipo de exploraciones, promover el desarrollo de esta nueva actividad mental y, por tanto, promover este particular tipo de concentración es, precisamente, nuestra tarea.
Las observaciones nos demuestran que los niños están preparados para dedicarse a ello durante una media hora o incluso más. Siguiendo los propios pensamientos lógicos, ponen en práctica de una manera realmente creativa la frase hecha «Una cosa lleva a otra», reconocen causa y efecto, y al mismo tiempo se divierten (sin sentir la angustia de buscar el «buen resultado» ni tener miedo a fracasar, la carga de haber «acertado» cómo hacer una cosa o el temor a equivocarse). Convendrá, pues, dotar este juego de todo lo que haga falta y dedicarle el tiempo adecuado durante la jornada en la escuela infantil.
🔷Los materiales
Los padres, el personal de la escuela y los amigos pueden recopilar botes (con los bordes pulidos) y tapadoras metálicas de vasitos; podemos comprar anillas de cortinas y pinzas de tender la ropa, pueden fabricarse borlas de lana. Los adultos tendrán que buscar -con criterios de fantasía y creatividad- objetos adecuados y siempre diferentes que puedan recambiar continuamente el material ya disponible. La mayoría de estos objetos «heurísticos» pueden ser similares a los que se eligen para la cesta de los tesoros. Deben presentar una gran variedad de formas, dimensiones, pesos, colores; hechos para ser usados durante mucho tiempo por los adultos, pueden durar si se los trata bien.
El material de juego que hace falta recopilar, en cantidad suficiente para no más de ocho niños, puede ser el siguiente:
PARA COMPRAR
- Anillas de cortinas (de madera o de latón).
- Pinzas de tender de madera.
- Bigudíes de diferentes diámetros.
- Cadenitas, finas y ligeras, de diferentes longitudes (alrededor de 30 cm.).
- Pelotas de ping-pong.
- Tapones de corcho muy compacto.
PARA RECOPILAR, EN CASA Y EN LA COCINA DE LA ESCUELA, O PARA CONSTRUIR
- «Pom poms» (bolas) de lana.
- Cilindros de cartón fuerte , de diferentes medidas (soportes de papel higiénico, de papel de cocina ... ).
- Conos de cartón empleados en las hilaturas textiles.
- Cintas de seda, de terciopelo, etc.
- Llaves viejas (no demasiado gruesas).
- Trozos de madera sobrantes en la ebanistería.
- Tapadoras metálicas de vasitos y botes.
- Castañas grandes.
- Piñas.
Muchos otros tipos de materiales idóneos se les ocurrirán a los educadores durante el transcurso de la actividad.
🔷Cómo y cuándo introducir el juego heurístico
La experiencia que hemos adquirido en la organización del juego heurístico (para niños de uno a dos años) nos indica la observación de algunas reglas fundamentales.
■ Necesitamos, como mínimo, quince tipos de objetos; el material, cuando no se utilice, se guardará en bolsas (de 50 x 50 cm. con un cordón de cierre), una bolsa para cada tipo, que se pueda colgar (si el peso del material lo permite).
■ Debemos proveernos de una gran cantidad de objetos de cada tipo (de 50 a 60 anillas de cortinas, pinzas de tender, etc.).
■ Hacen falta recipientes, unos 20 (botes, cestitas, cajas), que estarán en el suelo durante el juego, bien distanciados unos de otros. ·
■ Es preciso un espacio con moqueta o material cálido, libre de muebles u otros materiales, y también un espacio reservado para las bolsas y los recipientes.
■ El juego se desarrollará en aquel momento del día (la duración es aproximadamente de una hora) en que haya personal suficiente, es decir, un adulto disponible para un grupo de niños no superior a ocho.
■ Es importante utilizar el espacio entero, evitando al aglomeración de los niños en uno o dos puntos; para conseguirlo, el adulto coloca las bolsas -que escogerá teniendo en cuenta las posibilidades de jugar con dos tipos diversos de objetos- ya abiertas y bien distanciadas una de otra. Los niños elegirán los objetos sin ninguna sugerencia por parte del adulto. Para decidir cómo deben jugar y con qué objetos, necesitan tiempo.
■ A lo largo de esta hora convendrá que, de vez en cuando, se ponga un poco de orden, pero sin que lo noten los niños, para mantener así agradable el aspecto del espacio durante todo el tiempo de juego.
■ Una vez terminado el período propiamente de juego, la reordenación final del material se considera como una actividad por sí misma, que continúa la anterior, y tan divertida como el mismo juego. Se reservará el tiempo suficiente para que los niños puedan colaborar en hacer gran parte del trabajo. El adulto mantendrá todas las bolsas abiertas y los niños pondrán el material en las bolsas correspondientes. El adulto aprovechará la ocasión para comprobar el estado de cada cosa, mostrando con su actitud el cuidado que debe tenerse con el material. De esta manera, tenemos la seguridad, incluso antes de llenar las bolsas, de que su contenido está a punto para un nuevo uso.
(N.B. Cuando el adulto crea que ha llegado el momento de acabar el
juego, es importante que evite llamadas genéricas del tipo: «¿Quién quiere
ayudarme?». Es mejor, en cambio, que demos uno de los objetos de juego a un
niño, un bigudí, por ejemplo, invitándolo con el gesto a ponerlo dentro de la bolsa
que está en el suelo, abierta, e invitándolo después a buscar otro por el
suelo. En este momento, son útiles los comentarios del adulto del tipo: «Mira, otro», «¿Me puedes encontrar otro?», «¿Lo ves?» «Debajo de la silla», etc. Los niños se
Durante el juego heurístico, es importante que el adulto esté sentado en una silla, disponible con su mirada a todos los niños y de manera que sea capaz de observarlos a todos atentamente; y preparado para tomar algún apunte si desea estudiar el comportamiento de algún niño. Un niño, libre de hacer lo que le plazca sin la intervención de los adultos, nos «dice» mucho de sí mismo, mientras que si el adulto está activo en un grupo, probablemente perderá muchos aspectos significativos de la manera de desenvolverse de los niños.
Estos juegos me parecen muy interesantes. El adulto está en un segundo plan. Es una actividad que aprovecha y potencia las acciones espontáneas de los niños y niñas, y eso me gusta.
ResponderEliminarGracias, Sandra.
Exacto Marisa, es una forma de fomentar su autonomía.
EliminarGracias por tu interés.
Un abrazo.
Hola buenas tardes consulta alguien me podría explicar por favor El juego heurístico tradicional?
ResponderEliminarEl juego heurístico es una actividad educativa donde los niños exploran, experimentan y descubren utilizando objetos cotidianos, fomentando la creatividad y el aprendizaje a través del juego libre y sensorial. En lugar de seguir reglas preestablecidas, los niños tienen la libertad de experimentar y encontrar soluciones creativas a los desafíos que se les presentan. Gracias a este tipo de juegos, les permitimos tener un ambiente adaptado donde todo lo que encontrarán, sí que lo podrán tocar, abrir, cerrar, tapar, meter, soltar… es decir, experimentar y descubrir por sí mismos el mundo. Podemos mezclar materiales de la naturaleza con juguetes de diferentes texturas, pesos, colores, tamaños…
EliminarOtra explicación que puede servirte: El juego heurístico, también llamado juego con piezas sueltas, juego libre, juego abierto o no estructurado, es el tipo de juego en el cual los niños utilizan materiales que no tienen una finalidad concreta, para jugar libremente, sin seguir ninguna regla de juego pautada por adultos o por instrucciones de juegos y juguetes. Esto no significa que este tipo de juego no tenga normas ni objetivos, sino, más bien, que los niños son los encargados de crearlos a su antojo, sin la intervención de los mayores.
ResponderEliminarEl juego heurístico parte de la experimentación con materiales no guiados: las piezas sueltas. Primero, los pequeños investigan sus formas, texturas, colores y tamaños, con lo que son excelentes elementos de estimulación sensorial. Después, los niños se pueden dedicar a apilarlas haciendo construcciones, meterlas una dentro de otras, usarlas como elementos dentro del juego simbólico, hacer dibujos y mandalas con ellas, jugar a contarlas practicando los números, jugar a clasificarlas según sus características... Las opciones son ilimitadas y dependerán de los gustos y motivaciones de los niños